Ultramarina
Trad: Alfonso Llanos
Monte Ávila
Editores
Caracas, 1969
Ultramarina fue la
primera novela, obra de juventud, de Malcolm Lowry. Narra el viaje de Dana
Hilliot, alter ego del mismo Lowry, enrolado en el buque Oedipus Tirannus,
desde Inglaterra al Extremo Oriente, y las pruebas que ha de superar en su
convivencia con marineros rudos y nobles que lo consideran un niño pijo que se
ha metido en el barco por capricho, privando así, seguramente, de la
oportunidad de trabajar a algún otro chico que de verdad lo necesitase. En lo
que no dejan de llevar razón y que, de alguna forma, es confirmado por el mismo
Dana, admirador de aquellos hombres, en ciertos momentos del libro. No es
casual que se llegue a hacer alusión a “Capitanes
Intrépidos”, de Ruyard Kipling, relato que puede considerarse, en muchos sentidos,
gemelo y predecesor de éste. Dana Hilliot no dejará de luchar, en medio de un
constante vaivén anímico, bamboleo tan mareante como el del barco o más, por
conseguir la aceptación, la complicidad, de sus compañeros de tripulación, por
lograr, en definitiva, formar parte de ese grupo que, en principio, lo rechaza.
Se trata, por tanto, de una de las llamadas novelas de iniciación, en las que
un joven o adolescente aprende a cruzar la barrera que lo separa de la madurez
venciendo o sorteando los escollos que forman parte necesaria del camino.
A lo largo de todo
ese periplo, Dana Hilliot va haciendo un despliegue de “erudición” en el que
parece evidenciar sus conocimientos humanísticos y dominio de múltiples
lenguas, cuyas irrupciones (si bien son explicables por el asunto de la ambientación
narrativa) pueden llegar a ser un guijarro en el zapato del lector, así como la
jerga marinera, aunque ésta está más justificada. Pero, en fin, teniendo en
cuenta que estos son ingredientes necesarios en la construcción de un relato de
estas características, avanzamos, animados por la indudable calidad e interés
del texto, en el que vamos encontrando, sorpresas en la ruta, líneas de
tremenda fuerza poética (Ej: El
contramaestre decía que las moscas chillaban como “niños que se desangran” al
morir sobre los papeles engomados), entre fragmentos en griego clásico y otros
en latín atribuidos a Galeno de Pérgamo mezclados con más sacados de poemas de
Catulo. Uno se pregunta por la intención del autor cuando induce a Dana a
alardear de su superioridad cultural. Y la respuesta podría ser que así señala
la distancia a salvar que lo separa de los marinos y que no deja de ser una
futilidad comparada con la autenticidad de la experiencia vital de aquellos. En
determinado momento, de hecho, se llega a calificar a Dana Hilliot como un “erudito
a la violeta”.
En su ansia por
estar a la altura de sus compañeros e imitar su comportamiento, Dana libra una
lucha en su interior entre su decisión de guardar la promesa de fidelidad dada
a su novia y bajar a tierra en los puertos que tocan a estar, como los otros,
con prostitutas. Tras capítulos en los que se evidencia esta lucha en un
monólogo interior que alterna con fragmentos narrativos, todo ello inmerso en
el caos de la borrachera y un ambiente onírico, a veces de pesadilla, el protagonista
parece, finalmente, alcanzar un equilibrio y cumplir su rito de paso
iniciático.
Quien conozca la
obra posterior de Lowry (sobre todo “Bajo el volcán”, novela que releeré y
comentaré algún día) no dejará de advertir ciertos precedentes de asuntos (por
ejemplo, el infierno del alcoholismo –aparte de que el escritor fuese
aficionado a empinar el codo desde muy joven: desde los catorce años- ) que se
desarrollarán más a fondo en aquella. Lo que hace pensar en una revisión de “Ultramarina”
que, al parecer, llevó a cabo el autor; en la que, por ejemplo, cambió el
nombre del barco, de Nawab a Oedipus Tirannus, para que se llamara igual que el
que aparece años después en “Bajo el volcán” y en el que se embarca su
hermanastro Hughs, personaje de aquella narración.