Este blog, dedicado al comentario y la crítica de libros, quiere ser tanto un pequeño aporte en el desarrollo de la afición a la lectura como una especie de foro en el que las visitas intercambien opiniones entre sí y con el blogger acerca de las obras expuestas.

sábado, 31 de enero de 2015

Diario de un niño tonto, de Tono


Temas de Hoy Ed.
Madrid, 1998

Creo que la literatura de humor ha sido considerada, en general, injustamente como un género menor. Es mucho más difícil hacer reír que emocionar o hacer llorar. Y además es terapéutico. Guareschi o Wodehouse, incluso el Goscinny de los desternillantes libros de “Le petit Nicolas”, por no hablar de Peter Bischel, nunca deben ser apartados al cajón de los autores “chicos”.
En España tenemos magníficos escritores del género humorístico. Entre ellos, los de la llamada “La otra Generación del 27”, largo tiempo marginados con la llegada de la democracia a causa de concepciones estólidas de tipo político que suelen confundir el tocino con la velocidad. Jardiel Poncela, Miguel Mihura, Muñoz Seca… son magníficos creadores. Quien haya sido capaz de reprimir la risa con “La venganza de Don Mendo” que levante la mano. Y en esa categoría está Tono (seudónimo de Antonio de Lara), autor de este “Diario de un niño tonto” (publicado póstumamente) que hoy comento.
Se trata de una serie de 63 brevísimos capítulos en los que el narrador, un niño, va exponiendo su visión del mundo, de la sociedad, desde la óptica de una lógica infantil, con frecuencia más coherente que la adulta, que siempre nos hace sonreír y, por momentos, partirnos de risa. A pesar de que la acción se desarrolla en una España de postguerra y, por tanto, hay datos y detalles desfasados, el libro no ha perdido su capacidad hilarante. En el lenguaje y las situaciones planteadas, en la misma estructura textual, no puede dejar de percibirse la influencia del surrealismo, movimiento al que el autor estuvo cercano y por lo que encontraremos resonancias de él en otros humoristas, como Gila, Tip y Coll o Pedro Reyes. Como muestra, un botón. El inicio: “Hoy estoy bastante contento porque he nacido. Confieso que ya tenía bastantes ganas de nacer, pues mientras no se nace, no se es nada, y yo soy una persona con muchas aspiraciones.
Han venido a verme varias señoras y han dicho cosas de mi nariz, y de mis ojos y de mi pelo. Según una gorda de luto, tengo la nariz de mi padre, los ojos de mi madre y la boca de mi tía Catata. Por lo visto no tengo nada mío. ¡Mal empieza esto!
Después de lavarme, cosa que me ha molestado bastante, y que no me explico, pues todavía no me he revolcado por el suelo, me han rebozado con unos polvos blancos que parecen harina, y he temido que fueran a freírme. Pero, afortunadamente, no me han frito y sigo tan crudo como el primer día”.
En fin. Espero haber animado a los visitantes del blog a leer textos de humor, como éste u otros similares. O, a falta de ellos, como me decía ayer un amigo, los periódicos del día. ¡Buenas risas!

miércoles, 28 de enero de 2015

La habitación cerrada, de Paul Auster


La habitación cerrada
Trad: Maribel de Juan
Editorial Anagrama
Barcelona, 1997

Hay libros que podríamos calificar de entretenidos sin más, otros de sesudos o complejos, difíciles formal y/o conceptualmente. Muchos entran en la categoría de auténticos bodrios por más éxito comercial que tengan. Sólo una pequeña parte de las obras que han caído en mis manos merecen, a mi juicio, el adjetivo de fascinantes. La que en esta ocasión me ocupa pertenece a este último grupo.
Se trata de “La habitación cerrada”, última novela de “La trilogía de Nueva York”, precedida por “Ciudad de cristal” y “Fantasmas”, textos a los que alude el narrador en esta tercera, en guiño intertextual que no es el único.
El relato, que podría ser incluido dentro del género que se ha dado en llamar “thriller”, no es solamente eso. Ahonda en la dimensión ontológica del ser humano y metaforiza brillantemente sobre su identidad.
A pesar de que está dividido en nueve breves capítulos (esta edición tiene 143 páginas), podría decirse que lo conforman tres partes claramente diferenciadas: Una primera parte que viene a ser una historia de iniciación de la infancia a la adolescencia, una segunda parte en la que uno de los personajes convierte a su amigo, dado por muerto, en famoso escritor y una tercera, llena de pasajes alucinantes, casi oníricos, enloquecidos a veces, que consiste en una persecución detectivesca. No daré más detalles porque la narración lleva al lector de sorpresa en sorpresa y está llena de giros inesperados que destriparía si describiese más pormenorizadamente la trama.
Solo afirmaré que, sin duda alguna, es una novela de inexcusable lectura, que enganchará desde el principio a quien la aborde y le dejará la necesidad (como ha sido mi caso) de leer los otros dos tomos de la trilogía, así como el resto de la obra de Auster.