Ocaso Rojo
Francisco Velasco Rodríguez
Editorial Biblioteca Nueva
Madrid, 1980
“Ocaso Rojo” es, por varias
razones, una novela extraña. Debió de pasar prácticamente desapercibida, pues en
ese banco de datos inmenso y en el que está casi todo, internet, no encuentro
ni una sola reseña crítica. Y menos aún noticia de su autor.
No la hubiese leído de no ser por
el espacio en el que se desarrolla: Una Punta Umbría antigua a todas luces
reconocible por líneas como la siguiente: “Detrás de las casas de los ingleses
está el mar”, además de por alusiones a la Calle Ancha y otros muchos detalles
que no dejan lugar a dudas. Incluso se describen lugares que pueden
identificarse con la antigua aldea del Portil o con la Casa Rifeño que se
ubicaba en La Bota. Es sin embargo, una Punta Umbría distorsionada, en la que
se habla de una iglesia y una carretera que no existían en el tiempo (la
inmediata preguerra civil) en el que transcurre la acción. Incluso incluye el
autor en el lugar una absurda estación de ferrocarril que jamás existió ni
existe. Pero, a pesar de que el espacio del relato es Punta Umbría, en alguna
ocasión algún que otro personaje se refiere a Punta Umbría, con su nombre, como
si fuese otro pueblo diferente. Francisco Velasco ha tomado distintos elementos
de la provincia de Huelva, pueblos de la Sierra, del Condado, Punta Umbría, tal
vez Bacuta o Corrales y los ha mezclado en un “collage” con el que ha
construido el sitio por el que se moverán sus personajes. Aunque los elementos
que componen ese espacio suelen estar desfasados con respecto al tiempo
elegido: el final del primer lustro de los años treinta del siglo XX.
La estructura narrativa raya lo
caótico, quizá queriendo reflejar el caos de aquel momento, idea que forma
parte de la tesis expuesta. Pero, a pesar de los constantes saltos de un sitio
a otro, de un tiempo a otro, de una escena a otra, la lectura se hace amena y
fácil. Algunas faltas de ortografía, que quiero achacar a una edición mal
cuidada más que a ignorancia del autor, afean el resultado sin mayor
importancia.
Muy buen retrato de los personajes,
tanto en la descripción como a través de sus diálogos, estupendamente adaptados
a las características de cada uno: relamido el lenguaje del cura,
impostadamente semiculto el del cacique del pueblo y su camarilla, zafio y
obsceno a veces el de las clases bajas. Aunque esta parte dialogada peque, de
vez en cuando, de reiterativa.
Estos personajes son tratados
implacablemente. No se puede decir que exista en la novela casi ninguno que se
salve. O son ridículos o son malvados y crueles. Exceptuando la inocencia,
representada por los niños y por algunos animales, apenas nadie obtiene la piedad
del autor. Bajo su punto de vista, la época que precedió a la Guerra Civil
Española de 1936 fue una época terrible, en la que los señoritos de derechas y
sus adláteres, clero y demás, eran unos canallas y la masa popular estaba
constituida por salvajes aún más incultos que sus amos. La animadversión de
unos hacia otros va creciendo conforme avanza la narración, simbolizando el
proceso que desembocaría en el conflicto armado.
Más matices habría que añadir a lo
ya dicho, pero me excedería de lo que quiere ser, como siempre, una simple nota
de lectura.
El libro, sin ser una obra maestra,
es recomendable para aquellos interesados en la Historia de España en los años
treinta o en el espacio en el que se ubica el relato. Al menos, debería apelar
a su curiosidad.
No es fácil, sin embargo, conseguirlo,
excepto en librerías de viejo o en sitios de internet como Amazón o E-bay.
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