El Surrealismo: puntos de vista y manifestaciones
Trad: Jordi Marfà
Barral Editores
Barcelona, 1972
Del surrealismo,
como del romanticismo, suele guardar el imaginario colectivo una idea deformada cuando no falsa. “¡Esto es surrealista!”, suele exclamarse cuando se
ve algo desprovisto del llamado “sentido común”. Y no es eso, no.
Para introducirse
en el conocimiento del surrealismo, ese movimiento artístico, literario y vital
que tanto influyó y sigue influyendo en nuestros tiempos, es necesario, por
supuesto, leer los dos manifiestos firmados por su fundador, además de recorrer
al menos parte de la obra creativa que dejaron los adeptos a esta estética y
filosofía existencial, y hay a nuestra disposición una extensa bibliografía.
Este libro que hoy comento, compilación de entrevistas realizadas a André
Breton entre 1913 y 1952, tiene, entre otras virtudes, la de guiarnos por toda
la historia del surrealismo de la mano de su iniciador.
Nos llevará desde los primeros experimentos de escritura
automática, de experiencia onírica inducida en estado de vigilia o de sus
relaciones con los médiums y con el espiritismo, que los surrealistas siempre
rechazaron en cuanto a sus ideas sustanciales y sus objetivos, hasta los
intentos frustrados de Breton y sus compañeros de integrarse en la batalla
llevada a cabo contra el sistema burgués por los comunistas rusos. En esta obra
de sólo 309 páginas se nos explican los motivos que impidieron la confluencia
de ambas fuerzas, así como la relación de André con Troksky, la ruptura con
Dalí o los sucesivos problemas con Louis Aragon. Todo esto siempre, claro,
desde el punto de vista de Breton, que fue acusado por bastantes de sus
compañeros de camino hasta de ser un déspota que ponía y quitaba a su antojo y
anatematizaba cuando le daba la gana en función de la “moral surrealista”,
extremo este que también se toca en las interviús y que será negado o
justificado, de forma más o menos convincente, por el líder. A veces, nos da la
impresión de percibir entrelineas un ego ligeramente inflado, un personalismo
que él es el primero en atacar por ir en contra de uno de los principios de la
ética superrealista expresada en frase de uno de sus modelos, el Conde de
Lautrémaunt: “La poesía debe ser hecha por todos…”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comenta aquí. Expón tu parecer sobre la entrada.