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viernes, 16 de mayo de 2014

El Surrealismo: puntos de vista y manifestaciones, de André Breton


El Surrealismo: puntos de vista y manifestaciones
Trad: Jordi Marfà
Barral Editores
Barcelona, 1972

Del surrealismo, como del romanticismo, suele guardar el imaginario colectivo una idea deformada cuando no falsa. “¡Esto es surrealista!”, suele exclamarse cuando se ve algo desprovisto del llamado “sentido común”. Y no es eso, no.
Para introducirse en el conocimiento del surrealismo, ese movimiento artístico, literario y vital que tanto influyó y sigue influyendo en nuestros tiempos, es necesario, por supuesto, leer los dos manifiestos firmados por su fundador, además de recorrer al menos parte de la obra creativa que dejaron los adeptos a esta estética y filosofía existencial, y hay a nuestra disposición una extensa bibliografía. Este libro que hoy comento, compilación de entrevistas realizadas a André Breton entre 1913 y 1952, tiene, entre otras virtudes, la de guiarnos por toda la historia del surrealismo de la mano de su iniciador.

Nos llevará desde los primeros experimentos de escritura automática, de experiencia onírica inducida en estado de vigilia o de sus relaciones con los médiums y con el espiritismo, que los surrealistas siempre rechazaron en cuanto a sus ideas sustanciales y sus objetivos, hasta los intentos frustrados de Breton y sus compañeros de integrarse en la batalla llevada a cabo contra el sistema burgués por los comunistas rusos. En esta obra de sólo 309 páginas se nos explican los motivos que impidieron la confluencia de ambas fuerzas, así como la relación de André con Troksky, la ruptura con Dalí o los sucesivos problemas con Louis Aragon. Todo esto siempre, claro, desde el punto de vista de Breton, que fue acusado por bastantes de sus compañeros de camino hasta de ser un déspota que ponía y quitaba a su antojo y anatematizaba cuando le daba la gana en función de la “moral surrealista”, extremo este que también se toca en las interviús y que será negado o justificado, de forma más o menos convincente, por el líder. A veces, nos da la impresión de percibir entrelineas un ego ligeramente inflado, un personalismo que él es el primero en atacar por ir en contra de uno de los principios de la ética superrealista expresada en frase de uno de sus modelos, el Conde de Lautrémaunt: “La poesía debe ser hecha por todos…”.

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