La luna y seis peniques
Trad: J. Romero de Tejeda
Editorial Época
México, 1976
La
lectura de este libro, sobre volver a ponernos en contacto con el siempre
magnífico autor de “El filo de la navaja”, tiene el plus de ser una novela (más
que una biografía novelada) basada en la fascinante vida del pintor francés Paul Gauguin. Qué
elementos sean reales y cuáles no resulta indiferente si nuestro interés se
centra en el narrador inglés. Con mimbres tomados del artista plástico postimpresionista,
del París de fines del siglo XIX, de las islas de los Mares del Sur (a dónde
tuvo ocasión de viajar) y de su imaginación, Somerset Maugham teje esta novela que muy bien
puede interesar prescindiendo de su trasfondo biográfico. Narra las fatigas y
peripecias de un hombre que, ya pasados los cuarenta años, renuncia a una
acomodada vida burguesa para lanzarse al incierto camino de la realización
artística. El relato, conflicto existencial del hombre forzado a elegir entre
realidad e ideal y enfrentado a todas las conveniencias sociales y al paradigma
moral de su entorno, adoptando con frecuencia actitudes que no dejan de
repugnar a cualquier persona sensata, incluyendo al mismo narrador, es lo
suficientemente interesante por sí mismo, insisto. Pero, por momentos, el
personaje se aleja del verdadero perfil del artista en el que se inspira. No ya
porque el héroe del relato sea inglés y su modelo francés, que es lo de menos;
ni porque la ruptura y el alejamiento del pintor real de su familia no fuesen tan
radicales y definitivos como los de su trasunto literario, sino porque, por
ejemplo, el Gauguin inculto y casi cerril que nos deja entrever Maugham no
tiene nada que ver con la realidad, a la luz, sin ir más lejos, de la misma
escritura del artista francés. Por tanto, si lo que busca el lector es
informarse sobre la vida de Paul Gauguin (que, por cierto, no se llama así en
la novela sino Carlos Strickland), no le vendrá mal esta obrita. Pero no será
sino un complemento ameno de otras biografías con vocación de tales y, también,
inexcusablemente, de los textos del mismo pintor, muchos de ellos recogidos en “Escritos
de un salvaje” .
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