La habitación cerrada
Trad: Maribel de Juan
Editorial Anagrama
Barcelona, 1997
Hay libros que podríamos calificar
de entretenidos sin más, otros de sesudos o complejos, difíciles formal y/o
conceptualmente. Muchos entran en la categoría de auténticos bodrios por más
éxito comercial que tengan. Sólo una pequeña parte de las obras que han caído
en mis manos merecen, a mi juicio, el adjetivo de fascinantes. La que en esta
ocasión me ocupa pertenece a este último grupo.
Se trata de “La habitación cerrada”,
última novela de “La trilogía de Nueva York”, precedida por “Ciudad de cristal”
y “Fantasmas”, textos a los que alude el narrador en esta tercera, en guiño
intertextual que no es el único.
El relato, que podría ser incluido
dentro del género que se ha dado en llamar “thriller”, no es solamente eso.
Ahonda en la dimensión ontológica del ser humano y metaforiza brillantemente
sobre su identidad.
A pesar de que está dividido en
nueve breves capítulos (esta edición tiene 143 páginas), podría decirse que lo
conforman tres partes claramente diferenciadas: Una primera parte que viene a
ser una historia de iniciación de la infancia a la adolescencia, una segunda
parte en la que uno de los personajes convierte a su amigo, dado por muerto, en
famoso escritor y una tercera, llena de pasajes alucinantes, casi oníricos,
enloquecidos a veces, que consiste en una persecución detectivesca. No daré más
detalles porque la narración lleva al lector de sorpresa en sorpresa y está
llena de giros inesperados que destriparía si describiese más
pormenorizadamente la trama.
Solo afirmaré que, sin duda alguna,
es una novela de inexcusable lectura, que enganchará desde el principio a quien
la aborde y le dejará la necesidad (como ha sido mi caso) de leer los otros dos
tomos de la trilogía, así como el resto de la obra de Auster.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comenta aquí. Expón tu parecer sobre la entrada.