Dostoiewski
Trad: José Fernández
Editorial Juventud
Barcelona, 1983
A pesar de que habitualmente se incluya
en el género biográfico, este libro sobre el novelista ruso no es una
biografía. Apenas en su tercer capítulo, llamado “La tragedia de su vida”,
esboza el autor unos trazos sobre la peripecia vital de Dostoievski. El resto
es más bien una psicografía y una poética que Zweig desarrolla a través de la
obra de aquel sin detenerse nunca en un análisis literario al uso. En vez de
eso, el ensayo, de estilo literario y que se zambulle de lleno en entonaciones
dudosamente poéticas y con frecuencia grandilocuentes hasta enfadar, habla y
habla y habla, casi sin dar respiro y panegíricamente, del alma atormentada,
ambivalente y mística del narrador eslavo, cuestión en la que se recrea y se
reitera hasta la náusea. Es al menos paradójico que fuese el mismo Zweig el que
dijera las siguientes palabras: “Me
irrita toda facundia, todo lo difuso y vagamente exaltado, lo ambiguo, lo
innecesariamente morboso de una novela, de una biografía, de una exposición
intelectual”.
El librito, dejando aparte su naturaleza
plúmbea y que lo escrito en doscientas veinte páginas se habría podido escribir
en cinco, tiene sus aspectos y sus momentos interesantes. No es necesario
conocer la obra de Dostoievski para entenderlo. Y lo mismo se puede leer como
una introducción que abra el apetito de aquella, función que sin duda cumple,
como un comentario a las novelas, una vez leídas, que nos aporta otra visión
de ellas, inteligente por supuesto aunque bastante pesada y desmedidamente
entusiasta.
En no pocas ocasiones el discurso contiene reflexiones que son
válidas por sí mismas, al margen de que se estén refiriendo o no a Dostoievski:
“…el egoísmo se convierte en
omnihumanidad; se rompe la soledad, el retraimiento, que era sólo orgullo, y con
humildad infinita y abrasado amor, el corazón del hombre nuevo abraza en cada
prójimo al hermano, al hombre puro. De este hombre último, purificado, se han
borrado todas las distinciones y la conciencia social de clase: desnudo como el
hombre del Paraíso, su alma no conoce la vergüenza, el orgullo, el odio ni el
desprecio. Criminales y prostitutas, asesinos y santos, borrachos y príncipes: todos
se hablan y comunican como hermanos en la entraña más honda y verdadera de su
ser, todos funden y confunden, corazón con corazón, alma con alma”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comenta aquí. Expón tu parecer sobre la entrada.