Ha vuelto
Trad: Carmen
Gauger
Ed. Seix
Barral
Barcelona,
2013
Vi esta novela en la mesa de novedades
de una librería e inmediatamente me llamó la atención la calidad y gancho que
tenía el diseño de portada. Simple e impactante. No conocía al autor ni suelo
comprar novedades, a no ser que sean de un escritor lo suficientemente
aquilatado en mi criterio. Pero en esta ocasión, la cubierta y mi necesidad de
leer algo que me hiciera reír, diversión que el texto de contraportada promete,
aunque tal publicidad sea algo completamente esperable en un libro de humor, me
decidieron. Y sí. La verdad es que al menos toda la primera parte del relato ha
conseguido arrancarme numerosas carcajadas basadas en un resorte del humor, el
equívoco, que, aunque sobradamente conocido, hay que reconocer que en este caso
está muy bien utilizado. A partir de la mitad del volumen, el
recurso o bien afloja o bien se agota y ya sólo dibuja alguna que otra sonrisa,
al mismo tiempo que te va invadiendo una extraña inquietud, la pregunta de si
no estará consiguiendo Timur Vermes, conscientemente, lo mismo que su personaje
logra inconscientemente. La trama del libro, ya vieja en la literatura, es la
siguiente: Adolf Hitler despierta en un descampado de Berlín en el año 2011. Su
asombroso parecido con el dictador nazi, su atuendo y su discurso despiertan la
hilaridad de la gente. Confundido con un cómico cuyo chiste más efectivo es su
identificación absoluta con el personaje que encarna, es contratado por una
cadena de televisión en la que se dedica a hacer proselitismo de sus ideas, lo
que es interpretado, entre el regocijo general, como una crítica social basada
en la reducción al absurdo. Y aquí es donde surge la sospecha: ¿Es realmente
eso? Que el autor se proponía provocar y lo ha logrado es obvio. Que su crítica
de la política y la situación social actual ha encontrado un terreno
perfectamente abonado por la crisis y la ineptitud y corrupción de los
poderosos es innegable. Pero ¿a qué viene ese Hitler tan humano que casi dan
ganas en algunos momentos de darle un abrazo? ¿A cuento de qué? Sobre que el
dictador era un sentimental sanguinario parece que hay algunos datos
históricos. Pero ese pequeño rasgo es utilizado y distorsionado por Timur
Vermes, a veces parece que para ganar simpatías para su personaje. ¿O es sólo
otra vuelta de tuerca en el arte de la provocación? No sé. No creo que sean
tiempos adecuados para jugar con ciertos tipos de fuego. Son tiempos adecuados
para elegir nuevos caminos. Pero no esos. Ojalá la historia nos haya enseñado y
este fenómeno literario no pase más allá de ser otro best seller que llene los
bolsillos de su autor y sus editores.
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