LA SAGA/FUGA DE J.B.
Gonzalo Torrente Ballester
Ed. Círculo de Lectores
Barcelona, 1974
Castroforte del Baralla, misteriosa
ciudad gallega, no viene en los mapas. Oficialmente no existe. Desaparece
levitando cuando todos sus habitantes se concentran en un mismo temor o
preocupación. En ella se aloja el Santo Cuerpo, que llegó por mar un día muy
lejano en circunstancias poco menos que milagrosas. La población está dividida
en godos y autóctonos, siempre enfrentados. Y casi toda la acción pivota en
torno a una extraña y despiporrante tertulia, La Tabla Redonda, cuyos miembros
toman los nombres de los personajes del Ciclo Artúrico. José Bastida, profesor
de patética figura, es uno de ellos y, aunque involuntariamente, también un
J.B. de los destinados a salvar y liberar a Castroforte. Es, asimismo, el
narrador de la historia que se teje con estos mimbres.
“La Saga/Fuga de J.B.” es, sin duda, una
de las mejores novelas españolas contemporáneas. Aunque no sea de fácil
léctura, su discurso inteligente, a veces complicado por no decir farragoso, en
el que alternan y a veces se mezclan humor (surrealista) y lirismo, reserva a aquel
que se decida a recorrerla, momentos inolvidables.
El espíritu lúdico está presente en todo
el libro. Por ejemplo, con personajes históricos a los que se introduce en la
trama, como el filósofo Pedro Abelardo, de cuya peripecia vital se ofrece una
versión pintoresca y de cuya castración
se hace un relato chusco por momentos. “¡Los güevos no, el ojo bizco!”, se
cuenta que gritaba. Pero también con el lenguaje se juega. Y, rizando el rizo,
resulta que el idioma inventado por José Bastida no es inventado por Torrente
Ballester. Se llama “Trampitán” y ya se lo ingenió un escritor gallego, Juan de
la Coba y Gómez. Con lo que los textos aparecidos en esta lengua en la novela
son susceptibles de traducción, tarea que no sé si habrá acometido algún
doctorando o lector especialmente aplicado o curioso.
Aunque hay cosas discutibles, pero
perdonables dado el tono del relato, como la visión que ofrece de los cátaros,
por ejemplo, lo cierto es que mezcla la guasa surrealista con datos
completamente serios, como la explicación del celibato de los clérigos como
“Táctica política de la Iglesia, bastante relacionada con las leyes de la
herencia”. Es decir, para que los bienes de los curas fueran siempre, a la
postre, de la Iglesia y no de los hijos de los sacerdotes
No se olvida el autor de sacar a
colación a sus compañeros de oficio. Una serie de escritores son homenajeados
con su presencia en la novela: Unamuno, Wenceslao Fernández Flores, Camilo José
Cela, Don Ramón del Valle Inclán… A Julio Caro Baroja se refiere como Julio
Cora Borraja.
También la llamada intertextualidad está
presente: intercala trozos/fragmentos/
frases/ líneas de “La vida es sueño” de Calderón, de “Coplas por la muerte de su
padre” de J. Manrique, de “El libro de buen amor” del Arcipreste de Hita, de la
Rima XXXVIII de Bécquer, de “El estudiante de Salamanca” de José de Espronceda,
una alusión al “Cementerio marino” de Valery e, incluso, hacia el final, el
comienzo de las “Catilinarias” de Cicerón traducido al trampitán.
Y, como no podía ser menos, el lector
enterado atisbará rastros autobiográficos en el texto. Jesualdo Bendaña,
profesor en EEUU, que representa el principio de realidad e intenta acabar con
toda la delirante historia de Castroforte del Baralla. O el soldado de la
batalla de Brunete (al revés).
En el tercer y último capítulo, narrado
en clave onírica, José Bastida viaja a través de los otros JB en un proceso que
un psiquiatra definiría como delirio esquizofrénico y un místico como anulación
de la ilusión de separatidad e identificación de la multiplicidad de seres en
la unidad. Tal vez sea el capítulo más interesante. En este se introduce un
párrafo largo de carácter metanovelístico: dos personajes hablan del mismo
proceso de construcción de la novela en la que están inmersos y discuten sus
aciertos y errores, señalando incluso fuentes de algún episodio, como la novela
“Los invasores”, de Francisco Suárez García.
En definitiva, una novela experimental
de inexcusable lectura para los lectores inteligentes.