Temas de Hoy Ed.
Madrid, 1998
Creo que la literatura de humor ha sido considerada, en general,
injustamente como un género menor. Es mucho más difícil hacer reír que
emocionar o hacer llorar. Y además es terapéutico. Guareschi o Wodehouse,
incluso el Goscinny de los desternillantes libros de “Le petit Nicolas”, por no
hablar de Peter Bischel, nunca deben ser apartados al cajón de los autores “chicos”.
En España tenemos magníficos escritores del género humorístico.
Entre ellos, los de la llamada “La otra Generación del 27”, largo tiempo
marginados con la llegada de la democracia a causa de concepciones estólidas de
tipo político que suelen confundir el tocino con la velocidad. Jardiel Poncela,
Miguel Mihura, Muñoz Seca… son magníficos creadores. Quien haya sido capaz de
reprimir la risa con “La venganza de Don Mendo” que levante la mano. Y en esa
categoría está Tono (seudónimo de Antonio de Lara), autor de este “Diario de un
niño tonto” (publicado póstumamente) que hoy comento.
Se trata de una serie de 63 brevísimos capítulos en los que el
narrador, un niño, va exponiendo su visión del mundo, de la sociedad, desde la
óptica de una lógica infantil, con frecuencia más coherente que la adulta, que
siempre nos hace sonreír y, por momentos, partirnos de risa. A pesar de que la
acción se desarrolla en una España de postguerra y, por tanto, hay datos y
detalles desfasados, el libro no ha perdido su capacidad hilarante. En el
lenguaje y las situaciones planteadas, en la misma estructura textual, no puede
dejar de percibirse la influencia del surrealismo, movimiento al que el autor
estuvo cercano y por lo que encontraremos resonancias de él en otros
humoristas, como Gila, Tip y Coll o Pedro Reyes. Como muestra, un botón. El
inicio: “Hoy estoy bastante contento porque he nacido. Confieso que ya tenía
bastantes ganas de nacer, pues mientras no se nace, no se es nada, y yo soy una
persona con muchas aspiraciones.
Han venido a verme varias señoras y han dicho cosas de mi nariz, y
de mis ojos y de mi pelo. Según una gorda de luto, tengo la nariz de mi padre,
los ojos de mi madre y la boca de mi tía Catata. Por lo visto no tengo nada
mío. ¡Mal empieza esto!
Después de lavarme, cosa que me ha molestado bastante, y que no me
explico, pues todavía no me he revolcado por el suelo, me han rebozado con unos
polvos blancos que parecen harina, y he temido que fueran a freírme. Pero,
afortunadamente, no me han frito y sigo tan crudo como el primer día”.
En fin. Espero haber animado a los visitantes del blog a leer
textos de humor, como éste u otros similares. O, a falta de ellos, como me
decía ayer un amigo, los periódicos del día. ¡Buenas risas!