LOVECRAFT
UNA
BIOGRAFÍA
Por
L. Sprague de Camp
Traducción:
Francisco Torres Oliver
Ed.
Valdemar.
Madrid,
2002
Basándose
en la extensa literatura epistolar de H. P. Lovecraft y en testimonios de
amigos y conocidos, L. Sprague de Camp nos conduce a lo largo de la vida del escritor de Providence y recala en cada
una de sus creaciones y sus avatares, incluyendo muchos de los textos que
trabajó para otros o en colaboración.
No
se trata de un libro complaciente, producto de una admiración incondicional y
tampoco de un ataque furibundo. Ambas cosas hubo de sufrir, ya muerto, el
inventor de Cthulu por parte de críticos y profesores. Pero no es el caso de la
biografía que comento. Atemperado por un loable sentido del humor, Sprague de
Camp consigue mantenerse en el equilibrio de una apreciación justa, pese a que
en algún momento no deja de advertirse cierto resquemor en el biógrafo ante las
descalificaciones de las que solía hacer objetos su biografiado a quienes
llamaba “escritores mercenarios”; es decir, los escritores profesionales. No es
raro, toda vez que S. de Camp fue un escritor de mucho éxito y que posiblemente
habría sido denominado por Lovecraft de tan desagradable manera. El autor de este libro atribuye a este y otros
prejuicios estéticos y literarios la razón del fracaso en vida del autor de “La
sombra sobre Innsmouth” más que a los posibles deméritos de una obra que él
mismo se encargó de despreciar en sus cartas. Pero el fracaso como escritor,
con ser el más importante para Lovecraft, es una más de las facetas de un
itinerario vital marcado por la frustración, como reflejan muchos de los
nombres de los capítulos: “Vástago
torcido”, “Genio malogrado”, “Guerrero malogrado”, “Amante vergonzoso”, “Bardo
frustrado”, “Pensador fracasado”…
Gran
parte de la responsabilidad de tal debacle existencial la atribuye Sprague de
Camp, como el mismo Lovecraft, a una madre superprotectora que lo incapacitó
para enfrentarse a las dificultades con las que han de lidiar la mayor parte de
los seres humanos.
El
biógrafo nos describe, a lo largo de 860 páginas de fácil y entretenida lectura,
a un hombre lleno de contradicciones y contrastes. Por ejemplo, si bien nos lo presenta
como xenófobo y racista, reflejando los abundantes testimonios dejados por él
mismo en sus cartas y otros textos, también nos muestra, en sorprendente
paradoja, a un Lovecraft amable y siempre dispuesto a ayudar a todos sin
reparar en su raza, cultura o credo, como afirma la gran mayoría de sus
amistades.
Negado
para la vida práctica, y no precisamente por falta de aptitudes sino por
actitud, se sumergió en un mundo de ensueños e ideales sui géneris descuidando desde
sus finanzas hasta su salud, en una larga adolescencia que sólo comenzó a
rebasar ya pasada la treintena, madurez tardía en la que comenzó a arrepentirse,
demasiado tarde dada la brevedad de su vida, de muchas posturas y prejuicios
pasados, de sus declaraciones xenófobas y también de su posicionamiento
político conservador, inclinándose, en sus últimos años hacia convicciones que,
sin ser marxistas, podrían ser calificadas como socialistas.
No
es, en fin, la peripecia exterior, tan provinciana y de corto alcance que llega
a parecernos una aventura “de juguete”, lo que hace interesante la figura de
Lovecraft y, por tanto, la lectura de este libro, sino una complejidad interior
que fue, sin duda, la que produjo el universo de rasgos oníricos que cambió en
muchos aspectos los rumbos de la literatura fantástica y que nos hace recordar
a la mayoría de los héroes de sus, a veces pesados, relatos.
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